En 2001 los gobiernos africanos se comprometieron
en Abuja a dedicar de forma progresiva el 15% de su presupuesto público a
la salud. La realidad es que el grado de avance hacia ese objetivo ha sido
desigual, ya que algunos países tienen los deberes muy adelantados (Malaui,
Ruanda, Botsuana), mientras que otros están estancados o hasta van
retrocediendo (Eritrea,
Guinea, Guinea-Bissau, República de Congo, Costa de Marfil).
Pero, ¿hasta qué punto existe una
correlación entre el compromiso del 15% consagrado en la Declaración de Abuja y
el estado real de la salud de las poblaciones? En Occidente, por ejemplo, no
siempre gastar más significa tener mejores indicadores sanitarios.
La organización ONE acaba de
publicar su informe “The
Data Report 2013” en el que analiza los avances de los países subsaharianos
en relación con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y los relaciona
con el volumen y evolución de las partidas correspondientes en sus presupuestos
nacionales.
El resultado
que obtienen es que los países que más cerca están de llegar al objetivo
del 15% de su presupuesto nacional dedicado a salud son los que mejores
indicadores de progreso suelen tener de los ODM 4 (mortalidad infantil) y 5
(mortalidad materna).
Esta relación es independiente
tanto del PIB per
cápita en términos absolutos como de su ritmo
de crecimiento, ya que encontramos cifras dispares entre los países que
progresan en salud y los que no. Lo que nos lleva a la conclusión de que no
sólo se trata de disponer de recursos, sino también de la decisión política de
a qué dedicarlos: ¿les suena de algo?