lunes, 8 de abril de 2013

A cargo del Estado ¿Global?

En su obra ya clásica “A cargo del Estado” el sociólogo holandés Abram de Swaan hace un recorrido histórico para tratar de demostrar la tesis de que el surgimiento del Estado del Bienestar moderno es el resultado de un conflicto entre pobres y ricos al que estos últimos intentan dar solución a través de la acción colectiva, primero en forma de instituciones caritativas y después, dadas las deficiencias de la voluntariedad para repartir la carga equitativamente entre las élites, a través de organizaciones de carácter público financiadas con tributos obligatorios.

En ese marco de pensamiento, el llamado modelo europeo de sistema de salud, en sus muy variadas modalidades, basado en la mancomunación de los costes entre sanos y enfermos y pudientes y desfavorecidos, surgiría parejo al emerger del capitalismo y la necesidad de mitigar sus efectos indeseados utilizando el papel corrector del Estado.

Expertos como Gorik Ooms y sus colegas interpretan que la explosión de las iniciativas de salud global que hemos experimentado en los últimos diez años no es más que un reflejo, a escala planetaria, del mismo proceso. Al fin y al cabo, arguyen, organizaciones como el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis o la malaria o la Alianza GAVI de vacunación infantil no dejan de ser más que instituciones caritativas a lo grande: ayudan a poblaciones muy vulnerables y desposeídas en países poco desarrollados con aportaciones voluntarias del Norte opulento, que se enzarza periódicamente en discusiones inacabables sobre quién debe pagar, cuánto debe contribuir y a dónde deben ir los recursos.
La Iniciativa Conjunta sobre Acción y Aprendizaje pretende superar esta fase, e inspirándose en el proceso histórico vivido por Occidente, forjar un movimiento de acción colectiva global que conduzca a un tratado internacional sobre responsabilidades nacionales e internacionales en salud.

La propuesta se antoja muy sugerente, pero se enfrenta a una paradoja temporal. Siguiendo la lógica descrita por de Swaan, un tratado internacional en salud como el descrito debería nacer de la necesidad de hacer frente a la desigualdades globales en la distribución de la riqueza y de la salud por medio de la acción colectiva internacional. El caso es que si bien dichas desigualdades siguen siendo evidentes, las diferencias entre países ricos y pobres están menguando al tiempo que crecen las inequidades dentro de cada uno de esos países, resituando el campo de batalla en el marco del conflicto nacional interno.  Las tendencias macroeconómicas, de seguir así, debilitarían las condiciones históricas para la emergencia de una acción colectiva global y volverían a poner el foco progresivamente en la responsabilidad de los Estados nacionales, a cuyo cargo estaría la salud de sus ciudadanos.  

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