lunes, 15 de abril de 2013

La domesticación del gasto en salud

La última edición del informe “Financing Global Health” correspondiente a 2012, hecha pública hace unas semanas, se presentó con el provocativo subtítulo  “¿El final de la edad dorada?” El interrogante venía a cuento por la constatación empírica de que la inversión en salud global de los donantes se ha estancado después de una década prodigiosa de aumento anual constante y sin parangón.

El informe del Instituto de la Medición y Evaluación en Salud (IHME) incluye sin embargo otro dato también llamativo: en paralelo a este parón en la transferencia de recursos entre naciones, que no sabemos si es un efecto temporal asociado a la crisis o una tendencia más profunda que ha llegado para quedarse, el gasto gubernamental en salud de los países en desarrollo que tiene su origen en los recursos propios no ha truncado su marcha ascendente, y entre 2009 y 2010 se ha incrementado en un 6%. Dicho aumento está liderado por los países de Asia Oriental, especialmente China (que paradójicamente ha seguido recibiendo dinero de iniciativas como el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria), y alcanzó, para todas las regiones, la impresionante cifra de 521 mil millones de dólares.

¿Significa esto el fin de la ayuda internacional en salud (IAS) en un futuro no muy lejano? Depende. Por un lado, sabemos que la AIS tiene un claro efecto sustitutorio: cuando aumenta la AIS, disminuye la proporción de gasto en salud que tiene como fuente los propios recursos del país; y al contrario, cuando disminuye la AIS, sube el esfuerzo doméstico.

Por el otro, como señala el informe del IHME, no hay una correspondencia exacta entre presentar mayor carga de enfermedad y ser receptor de mayor parte de AIS: de los 20 países que soportan la cifra más alta de años de vida ajustados por discapacidad, sólo 12 están entre los que más AIS obtienen. Ahora bien, y aquí viene el matiz, de los 8 restantes, siete son países de ingresos medios, siguiendo la clasificación del Banco Mundial.

El número de países africanos en transición hacia la categoría de ingresos medios no para de crecer, y sin embargo, no todos los que mejoran su economía se encuentran en camino de alcanzar el 15% de su presupuesto para salud, como se comprometieron. Por eso hay quien pregona que la ayuda se ha dar primordialmente al más pobre, no necesariamente al más enfermo si ya es capaz de empezar a espabilarse por su cuenta y domesticar de manera paulatina y sostenida su gasto en salud.

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