Para quienes todavía esperamos
que el correo nos entrega el texto completo, los autores resumen y adelantan sus
tesis tanto en un artículo en, nada menos, The
New York Times como en una ilustrada entrada en el blog EpiAnalysis.
A falta de una lectura detallada,
sorprende que en sus sinopsis empleen repetidamente dos ejemplos, uno referido
a Grecia y otro a España, más que cuestionables.
En el país heleno a principios de
2011 se detectó un
aumento del número de casos de VIH superior al 50% concentrado en usuarios de
drogas inyectables (UDI), un grupo que había sido minoritario en el perfil
epidemiológico de la enfermedad. Stuckler y Basu asocian dicho incremento con las
medidas económicas adoptadas por el Gobierno local y que han supuesto una
reducción sin precedentes del presupuesto sanitario, incluyendo los programas
de intercambio de jeringuillas. Sin embargo, una
lectura más atenta de los datos sugiere que el rápido crecimiento de los
nuevos casos de VIH en Grecia puede tener su origen en el desplazamiento de migrantes
UDI desde países vecinos como Bulgaria. Aunque esta interpretación ha
recibido críticas, resulta plausible dadas las características de
transmisibilidad del virus. Cierto es que sin medidas tan restrictivas nuestros
convecinos del otro lado del Mediterráneo tal vez hubieran estado en mejores condiciones
de hacer frente a este repentino crecimiento de la población en riesgo, pero de
ello no se puede deducir que la austeridad per se conduzca al aumento del VIH a
corto plazo: es necesario que se den otros factores coadyuvantes.
Pero lo que resulta a todas luces
incomprensible es que los dos académicos insistan en utilizar el incremento de
la tasa de suicidios en España como argumento irrefutable de que la austeridad
mata, por la sencilla razón de que dicha tasa no sólo no ha subido sino que ha estado
descendiendo en los últimos años, tal como recoge el Instituto Nacional de
Estadística:
Como explican Galindo y Llaneras, claro que existe relación entre
crisis económica y tasas de suicidio, pero ésta no es lineal y puede quedar
contrarrestada por otras variables, como la robustez
de la red de seguridad familiar, que en España parece bastante sólida.
Sabemos que la
austeridad ha disparado la desigualdad socioeconómica y que ésta se
asocia a una mayor mortalidad, por lo que nos atrevemos a augurar que las
políticas de austeridad sí tendrán efectos deletéreos para nuestra salud, pero serán
a más largo plazo. Y peores.
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